Columnas
Es tradición en México que las encuestas que no dan como futuro ganador al candidato de la preferencia de quien las lee, las descalifica en ese momento. Pero como ahora la gran mayoría de las encuestas coloca a los candidatos de la derecha como perdedor y por un amplio margen, como dios de barro, los conservadores anuncian que dejaran de creer en ellas.
Poco dispuestos a leer los conservadores sólo ponen atención en las barras de las encuestas, cuando una encuesta se compone de varias partes para poder ser comprendida y evaluar su validez; sin embargo, la gran mayoría sólo quieren saber quién va ganando y esto sería como evaluar un vehículo sólo por su color.
Los conservadores se dicen representantes de mucha gente, pero están a punto de quedarse sin plurinominales en el Congreso. Incuso aseguran representar a todos los mexicanos y se atreven a decir: “Ya nadie cree en las encuestas”, prueba fehaciente de que no saben cómo leer una encuesta. Desconocen cómo detectar una metodología seria o los porcentajes de rechazo, que son esenciales para la credibilidad de una encuesta.
La simplicidad a la cual los acostumbró la televisión se refleja en la manera en que algunos leen las encuestas. Sólo las barras de colores pueden entender, el resto, que es la única forma que un lector tiene para verificar la seriedad de la prueba demoscópica, simplemente no existe.
Nadie elige un libro sólo por la portada y es lo que algunos hacen respecto a las encuestas. Sólo lo visible es lo que toman en cuenta, pero la fórmula a la que llegaron a esos resultados les parece intrascendente.
Las casas encuestadoras que crean la ilusión de empates técnicos con los candidatos de Morena suelen no exhibir su metodología o la muestran con letra pequeña. Deben ocultar que mienten. Ante esta situación algunos prefieren desconocer parte de la realidad con la que no están de acuerdo. Niegan una derrota futura por evidente que sea y prefieren hacerse ilusiones, con un imaginario empate técnico, en lugar de pelear el avance de sus candidatos.
La información a través televisión arrojó este tipo de ciudadanos que suelen ver la realidad como entretenimiento, como si se tratara de una telenovela donde sólo son espectadores del final por triste o feliz que sea. Los espectadores fueron condicionados a ser solo espectadores de la realidad, nunca se les convocó a transformar, a la acción No motivaban conductas adormecían la participación social. La televisión arrebató al ciudadano el derecho a tener conciencia para transformar su realidad.
Las encuestas están ahí, debemos tomar en cuenta que dejaron de ser sólo una foto instantánea del momento, no se han movido desde hace varios meses, incluso sin candidatos, pronósticos por alianzas o partidos son los mismos resultados.