Campañas judiciales, decisión electoral e inteligencia política
Columnas martes 08 de abril de 2025 - 01:00
Con las campañas judiciales mexicanas en marcha, recordé Political Brain (Cerebro político), con el sugerente subtítulo El papel de las emociones en la decisión sobre el destino de la Nación, libro publicado en 2007 por el Dr. Drew Westen, egresado de Harvard y Sussex, experto en psicología política y psicólogo clínico y de personalidad de los departamentos de psiquiatría y de ciencias de la conducta de la Universidad de Emory, en Atlanta.
El autor señaló entonces que siempre le llamó la atención que a pesar de que tenían registros de militantes numéricamente superiores y sus valores políticos y postulados económicos eran entonces compartidos por más norteamericanos, los demócratas perdían elecciones con más frecuencia que los republicanos.
Señaló también que encontró que las elecciones se ganan en el “mercado de la emoción” y no en el de la razón y que cuando emoción y razón combaten, ésta pierde invariablemente.
Alegaba que esto se debía a que los republicanos entienden mejor el cerebro político y apelan mejor a la emoción (como se puede ver con Trump), y que por ello en los 30 años previos a la publicación del libro, habían ganado más ocasiones la presidencia y los presidentes republicanos en funciones se habían reelegido con más facilidad, mientras que los demócratas no habían entendido que los datos duros por sí mismos no conducen a la victoria, y parece que siguen sin entenderlo. Political Brain afirma que la concepción moderna de la mecánica de la mente humana no tiene nada que ver con la manera en que funciona efectivamente.
El autor y un grupo de neurólogos realizaron un experimento sobre procesamiento intelectual de nueva información política, potencialmente incómoda.
El objetivo era ponerles a las y los participantes retos de razonamiento que llevarían a una persona no militante a una conclusión lógica, pero que orillaría a una militante a enfrentar una antinomia entre dicha conclusión y su fervor partidista. Se trataba de inducir una disonancia entre evidencia y emoción. La hipótesis era: si datos y deseo chocan, el cerebro político buscaría “razonar” hacia la conclusión “deseada”.
Los resultados confirmaron que cuando una persona militante se enfrenta a información política discordante (como francas contradicciones entre dos discursos de una personacandidata, o entre lo que dice y hace) trata de obtener conclusiones predeterminadas y emocionales por naturaleza y que en el proceso le da mayor peso a la evidencia confirmatoria, desdeñando la contradictoria.
La o el militante logra todo esto debido a que su cerebro activa una red neuronal que le produce estrés que disipa a través, inclusive, de razonamientos incorrectos. Se descubrió además otra peculiaridad: así como se apagaron los circuitos neuronales de las emociones negativas, se encendieron los de las positivas e inclusive los de las sensaciones de recompensa. Le cuento el resto el jueves.
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