La Tragedia de Doña Carlota: Un Espejo de la Impunidad y el Desamparo en México
Columnas lunes 14 de abril de 2025 - 01:00
El reciente caso de doña Carlota en el Estado de México, ha conmocionado a la opinión pública y ha puesto de manifiesto, una vez más, la profunda crisis de procuración de justicia y la vulnerabilidad en la que viven miles de familias mexicanas ante el flagelo del despojo de vivienda. La historia de esta mujer, cuya hija fue despojada de su patrimonio y que, en un acto desesperado, junto con dos de sus hijos, terminó asesinando a los invasores, es un trágico reflejo de la ausencia del Estado y de la desesperación que puede llevar a las personas a tomar la justicia por su propia mano.
Según los reportes iniciales, la hija de doña Carlota había sido víctima del despojo de su vivienda, un delito lamentablemente común en diversas regiones del país. Tras varios intentos fallidos por recuperar su propiedad a través de las vías legales, la situación escaló hasta un punto de no retorno. La desesperación de ver su patrimonio arrebatado y la aparente inacción de las autoridades llevaron a doña Carlota y a sus hijos a confrontar a los invasores, resultando en la pérdida de dos de vidas humanas y un tercero lesionado. Este hecho, más allá de la condena que merecen los actos de violencia, obliga a una profunda reflexión sobre las causas que llevan a este tipo de desenlaces.
El despojo de vivienda en México es un problema endémico que afecta a miles de familias en todo el territorio nacional. Si bien no existen cifras oficiales unificadas y actualizadas que dimensionen con precisión la magnitud del problema, diversas organizaciones civiles y colectivos de víctimas han denunciado un incremento alarmante en los últimos años. Este delito adopta diversas formas, desde la invasión de terrenos y casas abandonadas o en litigio, hasta el uso de artimañas legales y la colusión con funcionarios corruptos para despojar a legítimos propietarios de sus bienes.
Las causas del despojo son multifactoriales. En muchos casos, detrás de estas acciones se encuentran redes de crimen organizado que operan con impunidad, aprovechándose de la falta de certeza jurídica en la tenencia de la tierra, de la corrupción en los registros públicos de la propiedad y de la lentitud y la ineficacia del sistema judicial. También existen casos donde la necesidad de vivienda y la falta de oportunidades económicas llevan a personas a invadir propiedades, aunque esto no justifica la violación del derecho a la propiedad privada.
La realidad es que la procuración de justicia en casos de despojo en México es, en general, deficiente y desalentadora para las víctimas. Las denuncias suelen quedar archivadas, las investigaciones avanzan con lentitud exasperante y, en muchos casos, los despojadores continúan disfrutando de los bienes ilegalmente obtenidos sin enfrentar consecuencias legales significativas. Esta impunidad genera una sensación de indefensión y frustración en las víctimas, quienes ven cómo su patrimonio, fruto de años de esfuerzo y sacrificio, se esfuma ante la inacción de las autoridades.
La falta de resultados en el combate al despojo de vivienda no solo afecta el patrimonio de las familias, sino que también mina la confianza en las instituciones y en el Estado de Derecho. Cuando los ciudadanos perciben que el sistema de justicia no los protege y que los delincuentes actúan con impunidad, se genera un clima de inseguridad jurídica que impacta negativamente en la inversión, en el desarrollo económico y en la cohesión social. El caso de doña Carlota es un ejemplo extremo de las consecuencias de esta falta de protección, donde la desesperación llevó a una tragedia evitable si el Estado hubiera cumplido con su obligación de garantizar el derecho a la propiedad.
Al cruzar la frontera hacia Estados Unidos de América, encontramos casos análogos de personas que, sintiéndose desamparadas por el sistema legal, han tomado medidas por mano propia ante situaciones de despojo o amenazas a su propiedad. Si bien el marco legal y la cultura jurídica son diferentes, la frustración y la sensación de abandono por parte del Estado pueden llevar a reacciones similares. Sin embargo, es en el análisis de cómo la jurisprudencia estadounidense, influenciada por corrientes como el realismo jurídico, podría abordar casos como el de doña Carlota donde encontramos un contraste interesante.
El realismo jurídico estadounidense es una corriente epistemológica que surgió a principios del siglo XX y que desafió la visión tradicional del derecho como un conjunto de normas abstractas y universales aplicadas de manera mecánica por los jueces. Los realistas jurídicos sostenían que las decisiones judiciales están influenciadas por factores sociales, económicos, políticos y psicológicos, así como por la propia experiencia y las convicciones de los jueces. Esta corriente enfatizaba la importancia de analizar el "derecho en acción" (law in action) en contraposición al "derecho en los libros" (law in the books).
En el contexto de casos como el de doña Carlota, un juez influenciado por el realismo jurídico podría argumentar que, si bien el acto de tomar la vida de otras personas es condenable, es necesario analizar las circunstancias particulares del caso y la negligencia o falta de actuación del Estado para proteger el derecho a la propiedad de la hija de doña Carlota. Bajo esta perspectiva, se podría considerar que el Estado, al no garantizar la seguridad jurídica y al no ofrecer vías efectivas para la recuperación de la vivienda despojada, contribuyó indirectamente a la situación de desesperación que llevó a la tragedia.
En algunos casos en Estados Unidos, bajo argumentos de defensa propia ampliada o de "stand your ground" (defiende tu posición), se han dictado sentencias favorables a personas que han utilizado la fuerza, incluso letal, para proteger su propiedad ante una amenaza percibida. Si bien estos casos suelen ser controversiales y dependen de las leyes específicas de cada estado y de la interpretación de los jueces, la influencia del realismo jurídico podría llevar a considerar el contexto social y la falta de protección estatal como factores atenuantes o incluso eximentes de responsabilidad penal.
Es importante señalar que el realismo jurídico no aboga por la violencia ni por la toma de la justicia por mano propia. Sin embargo, sí enfatiza la necesidad de que el sistema legal sea sensible a las realidades sociales y a las fallas del propio Estado en garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos. En el caso de doña Carlota, la aplicación de una perspectiva realista jurídica podría llevar a un análisis más profundo de la responsabilidad del Estado en la generación de un clima de impunidad que fomenta el despojo y que, en última instancia, puede conducir a tragedias como la que hoy lamentamos.
La historia de doña Carlota es un llamado urgente a la acción para las autoridades mexicanas. Es imperativo fortalecer los mecanismos de procuración de justicia, agilizar las investigaciones de los casos de despojo, sancionar a los responsables y garantizar la protección efectiva del derecho a la propiedad. De lo contrario, seguiremos siendo testigos de tragedias como esta, donde la desesperación y la falta de confianza en el sistema legal llevan a los ciudadanos a tomar decisiones extremas con consecuencias devastadoras. La justicia para doña Carlota y su familia no solo implica un castigo proporcional por los actos cometidos, sino también una profunda reflexión sobre las fallas de un sistema que no supo protegerlos y que los orilló a la desesperación.