Narcocultura, ¿Prohibido, prohibir?
Columnas miércoles 16 de abril de 2025 - 01:00
“A mí me gustan los corridos porque son los hechos reales de nuestro pueblo. Sí, a mí también me gustan porque en ellos se canta la pura verdad…Soy el jefe de jefes, señores/me respetan a todos niveles”, así inicia uno de los narcocorridos más famosos, en voz de los Tigres del Norte. Un testimonio musical del México real.
La narcocultura alcanzó rango de “cultura reina”, su penetración controla el mundo de la literatura, la música, la televisión, los videojuegos, la moda, la política, la religión y el cine; sus raíces se encuentran arraigadas a la sociedad. La violencia habita en cada rincón del país, en sus diversas formas y facetas y se reafirma a través del arte.
Prueba de ello, el narcocorrido, un reflejo de lo que pasa en México y sus protagonistas a lo largo y ancho del país. Historias de vida que inspiran a los compositores. Entre, los más recientes y mediáticos están: “El chapo Guzmán” y sus “chapitos”; Ismael “El Mayo Zambada” y sus “mayitos”; Nemesio Oseguera, más conocido como “El Mencho”, fundador del Cartel Jalisco Nueva Generación y hasta los huachicoleros.
El corrido forma parte de nuestra historia nacional, "La Adelita", "El Moro de Cumpas", "El Corrido de Pancho Villa", "El Caballo Blanco", “El Hijo Desobediente”, “Carabina 30-30”, “Gabino Barrera” entre otros, nos remiten a la cultura popular. Antes eran personajes de la revolución, ahora son los narcos, representados como seres poderosos, impunes.
Una muestra palpable de la socialización del delito, es lo que sucede en Puebla, Hidalgo y Guanajuato, con los “Huachicoleros”, donde el robo de hidrocarburo es visto como un “trabajo” en el que la gente se involucra, robando, vendiendo y trasladando combustible, obteniendo ganancias económicas sin remordimiento alguno, hasta crearon “La Cumbia del Huachicolero”.
Y como si no fuera suficiente, tienen un aliado celestial: El “Santo Niño Huachicolero”.Los integrantes del crimen organizado también rinden culto a Jesús Malverde, “el santo de los narcos”, con altares en toda la República, donde se le venera. Más de un seguidor asegura que hace milagros. ¿Será?
Sin duda, los narcocorridos se han convertido en obras de veneración musical por los líderes de los cárteles de la droga y su actividad ilícita. Una memoria social donde se ensalzan las acciones de los traficantes, como si fueran actos heroicos. Toda una apología de la violencia, del poder y del dinero fácil.
Es la narcocultura que impregna la sociedad mexicana y se desliza no solo en las artes, sino también en el modo de vida, como se aprecia en las narcoseries y narco novelas. Ante este escenario ¿La prohibición/regulación de narcocorridos es necesaria? ¿No sería mejor rescatar el tejido social?
@guillegomora