Sembrar árboles, una pena inédita para criminales de guerra en Colombia
Global miércoles 15 de mayo de 2024 - 17:23
AFP
Sentado en una pequeña banqueta de tela camuflada, el general retirado Henry Torres hace una pausa en las labores de jardinería. Sembrar árboles forma parte de su pena por 303 asesinatos cometidos por militares bajo su mando en Colombia.
"Estamos restaurando no solo un ecosistema, sino tratando de minimizar ese daño que causamos (...) era una forma de resarcir un daño sin estar privado de la libertad", dice a la AFP el excomandante de la XVI brigada, de 61 años, responsable de cientos de ejecuciones a sangre fría que el Ejército usó para inflar resultados en el conflicto armado.
Apartado de las fuerzas armadas por estos crímenes, viste un overol como cualquier empleado del vivero donde trabaja, en el oeste de Bogotá.
Colombia ensaya un inédito programa de "justicia restaurativa" que imparte sanciones alternativas a la cárcel para los máximos responsables de crímenes de guerra. Surgida del histórico acuerdo de paz de 2016 con la guerrilla FARC, la iniciativa causa recelo entre algunas víctimas:
"Venga y siembre árboles... eso es absolutamente insuficiente, una especie de burla", reclama Margarita Arteaga, hermana de Kemel Mauricio, asesinado en 2007 por uniformados que lo presentaron como un extorsionista abatido en un supuesto intercambio de disparos.
Entre 2002 y 2008 unos 6.400 civiles fueron ejecutados por militares que, a cambio de recompensas, los presentaron como delincuentes o guerrilleros abatidos en combate, según la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el tribunal creado para juzgar los peores crímenes del conflicto.
"Estamos tratando de reconciliar nuestra sociedad después de una guerra gravísima. Es muy novedoso y muy complejo", explica a la AFP el presidente de la JEP, Roberto Vidal.
Iniciativas como "Siembras de paz", en la que participan 46 militares, son "pilotos, proyectos con los que estamos tratando de aprender cómo se monta esto", sostiene el juez.
Bajo el sol en Bogotá, una docena de hombres despeja a machetazos la maleza.
Los más jóvenes alistan el terreno, mientras Torres y otros militares de mayor edad preparan arbustos para reforestar el bosque.
"Buscamos con estos trabajos sanar esas heridas (...) transformar el daño causado", dice el mayor retirado Gustavo Soto. El año pasado afrontó a los allegados de 85 civiles asesinados por una unidad bajo su mando en el departamento de Casanare (centro-este). "Fue bastante difícil", recuerda.
A comienzos de los años 2000 formó parte de la lucha contrainsurgente del gobierno derechista de Álvaro Uribe (2002-2010). "Infortunadamente, lo que se pedía era resultados demostrados en bajas en combate (...) era como nos evaluaba el mando superior", relata el mayor.
Hoy combate al retamo espinoso, un arbusto invasor en una represa cerca a Bogotá. Las espinas son largas y capaces de penetrar el grueso overol, explica Soto, de 52 años.
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JA/CR
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