Columnas
La economía ha sido definida tradicionalmente como la ciencia que estudia el uso de los recursos escasos, y cómo se gestionan de manera eficiente para satisfacer las necesidades ilimitadas de las sociedades.
Esta visión ha llevado a la creación de sociedades humanas divididas en clases económoco-sociales: ricos y pobres. Sin embargo, ¿es realmente la escasez una condición natural del universo? ¿Es posible cambiar esta visión y adoptar la perspectiva de la abundancia como base de la economía? Incluso, deberíamos cuestionarnos por qué el ser humano es el único ser vivo que se categoriza en términos de riqueza y pobreza. (No existen animales “pobres.”)
La abundancia de recursos puede ser analizada desde una perspectiva científica, y se puede demostrar que pueden ser inagotables. A pesar de que existen recursos no renovables, también, se presentan en la naturaleza una infinidad de elementos sobre los que el ser humano puede echar mano (por ejemplo, la entomofagia). Esta teoría partiría de considerar que los recursos naturales están disponibles en cantidades ilimitadas. La Tierra misma es un sistema cerrado pero autocontenido, capaz de regenerar recursos de manera constante a través de ciclos naturales. La energía del sol, el aire, el agua, los minerales y la biodiversidad son ejemplos de recursos naturales que están presentes en abundancia en nuestro planeta.
Para cambiar el paradigma económico de la escasez al de la abundancia, podemos reconceptualizar la forma en que valoramos los recursos y distribuimos la riqueza. En lugar de enfocarnos en la competencia y la acumulación de bienes materiales, podríamos promover la colaboración, la sostenibilidad y el acceso equitativo a los recursos para todos los individuos. Esto implica repensar nuestros sistemas económicos, políticos y sociales para garantizar que la prosperidad sea compartida de manera justa y sostenible.
Por otro lado, la dicotomía entre ricos y pobres es una construcción social y económica que ha existido a lo largo de la historia de la humanidad. A diferencia de los demás seres vivos, el ser humano tiene la capacidad de acumular en exceso bienes materiales, generar desigualdades y establecer sistemas de jerarquía basados en la posesión de recursos. Esta dualidad ha creado tensiones sociales, económicas y políticas que a menudo perpetúan la pobreza y la desigualdad en la sociedad.
La economía de la abundancia implicaría un cambio de paradigma fundamental en la forma en que concebimos y gestionamos los recursos en la sociedad. Al reconocer la abundancia de recursos en la naturaleza y promover valores de solidaridad, equidad y sostenibilidad, podemos construir un nuevo modelo económico basado en la prosperidad compartida y el bienestar colectivo.
Flor de Loto: Es imperativo alejarnos de la mentalidad de escasez y adoptar una visión holística y colaborativa que nos permita crear un futuro más próspero y equitativo para todos.