Vanessa Villazán, abogada de 32 años, admite que ha pasado más de un mes sin contestar el teléfono. “Pienso que si es algo importante me enviarán un mensaje después o intentarán muchas veces hasta que conteste, pero no veo la necesidad de hablar por teléfono; es perder el tiempo”, afirma.
Este fenómeno no es aislado; de hecho, se ha estudiado en profundidad entre la generación Z o centennials, quienes nacieron entre mediados de los 90 y finales de la década de los 2000. Según una investigación publicada en abril en el Reino Unido, se concluyó que una de cada cuatro personas de entre 18 y 34 años nunca responde a una llamada telefónica. Más del 25% de los encuestados afirmó que ignoran la llamada o responden posteriormente mediante mensajes de texto.
El mismo estudio reveló que casi el 70% de los jóvenes de esta franja etaria prefieren recibir un mensaje de texto en lugar de una llamada. Complementando esta tendencia, un análisis realizado por la plataforma Bank My Cell a nivel global este año reveló que el 75% de los millennials también evitan las llamadas telefónicas.
Los motivos detrás de esta preferencia son variados. Muchos encuestados consideran que las llamadas son una interrupción en su rutina diaria y pueden consumir más tiempo del esperado. Además, hay quienes opinan que las llamadas son irrespetuosas, ineficientes en comparación con la simplicidad de un mensaje escrito y estresantes, dado que requieren una respuesta inmediata.
Un estudio de la Universidad de Murdoch, publicado en junio, corrobora estas tendencias. Se encontró que tanto millennials como centennials perciben las llamadas telefónicas no solicitadas como una invasión de su espacio personal y prefieren comunicarse a través de mensajes de texto. Más del 80% de los participantes expresaron que recibir una llamada de un número desconocido les genera ansiedad, ya que puede implicar que algo malo ha sucedido, lo que aumenta su aversión hacia las llamadas inesperadas.