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Las winis y el círculo de la vida guna en Panamá
Tendencias
Por Adis Urieta
Notistarz
Las Winis, las chaquiras, pueden parecer un accesorio corriente que envuelve las extremidades de las mujeres gunas y que son solo un ornamento de belleza, pero el peso de su significado va muchos más allá que el de unas cuentas de vidrio de vibrantes colores, según Marbelina Oller, guna experta en la cosmovisión de los dules.
Oller explicó a Notistarz que la primera vez que a una niña guna se le colocan las winis, es parte de una ceremonia al alcanzar su etapa de pubertad. Los largos hilos de cuentitas de colores van rodeando en espiral sus brazos y piernas como narrándonos que la vida tiene su equilibro y somos parte de sus ciclos.
El nacimiento de una niña entre las familias de su etnia, quienes viven en su mayoría en el archipiélago de Guna Yala en el caribe panameño, es de gran regocijo por lo cual se hace una ceremonia especial y se lleva a cabo una gran fiesta a quien asegura el hilo conductor de la vida, describe Oller.
A lo largo de su desarrollo desde que nace la niña, se hacen otras ceremonias como la perforación de la nariz, el corte de cabello, uso de la pañoleta. Al llegar a la pubertad, la menstruación de la joven se anuncia a la comunidad y se realiza una ceremonia sagrada que incluye cayuco de cerámica y sahumerio de cacao. La familia convoca a una fiesta.
Tras su purificación con una ablución de agua de mar, llevará entonces junto a la vestimenta más reconocible, su mola y saburete, blusa y falda, las argollas de oro en la nariz y como pendientes en las orejas, también las winis que le acompañaran el resto de su vida si así lo desea.
Cada dos meses, nos cuentan artesanos gunas que venden chaquiras para los turistas en Plaza Catedral en Panamá, que las mujeres gunas tradicionales se cambian sus winis, los reemplazan como si cambiaran de piel. Es más frecuente ver a mujeres mayores con la indumentaria completa.
Los colores que se escogen para las winis, generalmente son rojo amarillo y verde, algunos creen que alejan los malos espíritus, y generalmente al ir colocándolas lo harán de tal manera que formen figuras geométricas en equilibrio. Para ellos la naturaleza tiene un orden, hay que respetarlo y si violamos ese orden, se volverá contra nosotros, explica una artesana.
Esta creencia guna, no puede ser más realista, son justamente sus islas las que corren peligro por el cambio climático con el calentamiento global, ya algunas han sido evacuadas.
Ante las urgencias palpables de su mundo, de su patria ancestral que está en peligro muchas mujeres gunas han sido enviadas a estudiar a otras partes de Panamá, por lo que la familia no pudo hacerle la ceremonia de la pubertad u otras de la larga lista de celebraciones con la que se festeja a la dadora de vida, a la que perpetua en su vientre el linaje.
Ellas, como Dayra Iglesias, poeta y abogada, y Oller, recuerdan que el desarrollo como profesionales les costó perderse estas ceremonias ancestrales. Aman su cultura, recuerdan a sus abuelas y madres ataviadas bellamente con sus molas que representan la naturaleza y estilizadas con sus winis abrazando su cuerpo.
El futuro de las islas de la comarca, pende de una hebra, las mujeres gunas saben que ellas son como el hilo de las chaquiras, la fibra necesaria para mantener el ciclo de la existencia de la nación de los dules.
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PT/CR
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