El Gran Silencio, ícono del "chúntaro style", regresó al escenario del Vive Latino en su 25ª edición, demostrando que su música sigue vigente y llena de energía. Desde el primer acorde de "Duerme soñando", el público se entregó al baile y al canto, recordando la esencia de principios de siglo que la banda ha sabido mantener.
La agrupación, originaria de Monterrey, ha participado en múltiples ediciones del festival, consolidándose como una de las favoritas. En esta ocasión, su fusión de ska, rock y cumbia hizo vibrar al público, que no dejó de bailar al ritmo característico de la banda.
La presentación contó con la participación especial de Rubén Albarrán, miembro de Café Tacuba y Kvomixtles, añadiendo un toque especial al espectáculo. Además, rindieron homenaje al "Rebelde del Acordeón", Celso Piña, interpretando "Luna Lunera", evocando la nostalgia y el legado musical del artista fallecido.
Por su parte, Mikel Izal, en su primera aparición en el Vive Latino, congregó a sus seguidores en la Carpa Intolerante. El cantautor español, que inició su carrera en solitario en 2022, presentó temas de su álbum "El miedo y el paraíso", cautivando a los asistentes con su propuesta fresca y emotiva.
El festival también ofreció actividades alternas, como las luchas organizadas por el Consejo Mundial de Lucha Libre. Un cuadrilátero instalado a un costado del escenario principal atrajo a cientos de aficionados que, desafiando el intenso sol, disfrutaron de combates épicos entre duplas como Esfinge y Templario contra Euforia y Soberano.
A pesar de algunos inconvenientes en el acceso al Estadio GNP, donde cientos de jóvenes esperaron más de una hora para ingresar, el ambiente festivo prevaleció. Las redes sociales se hicieron eco de las quejas por la organización, pero una vez dentro, los asistentes disfrutaron de una jornada llena de música y emociones.
Foto por Cuarto Oscuro