AFP
Después de François Bayrou, el gobierno persiste: el "imperativo" del equilibrio financiero combinado con un nuevo esfuerzo militar no hace "realista" la vuelta a la jubilación a los 62 años, lo suficiente como para suscitar cólera e incomprensión, desde la izquierda, que habla de "traición", hasta los sindicatos, que quieren "aclaraciones", en medio de un "cónclave" de interlocutores sociales.
"Jubilarse a los 62 años, con el objetivo de equilibrar el sistema de pensiones en 2030, (...) simplemente no es realista", declaró el lunes la ministra de Cuentas Públicas, Amélie de Montchalin.
Una declaración en línea con la de François Bayrou, que respondió "no" el domingo a una pregunta sobre la posibilidad de volver a establecer la edad de jubilación a los 62 años, frente a los 64 años de la ley actual, teniendo en cuenta el contexto internacional.
El Primer Ministro dio así la impresión de anticiparse, al menos en este punto, al resultado de las discusiones entre los interlocutores sociales. Esto es algo que el ministro de Economía, Eric Lombard, intentó corregir posteriormente afirmando que era el "cónclave" el que "debía decidir".
Pero la voz de Lombard, interlocutor privilegiado de los socialistas en las negociaciones presupuestarias que permitieron la no censura del gobierno, parece un poco aislada en el seno del ejecutivo y del bloque que lo apoya en la Asamblea.
Es cierto que la ex primera ministra Elisabeth Borne, autora de la controvertida reforma de 2023, declaró el lunes en FranceInfo que los interlocutores sociales "tienen plena libertad para considerar mejoras" en materia de carreras largas, trabajo duro o igualdad de género, pero "con la condición de garantizar el equilibrio del sistema de pensiones".
- Esfuerzo militar -
Para evitar nuevas censuras por parte del Partido Socialista, François Bayrou reabrió en enero el expediente de la reforma y confió a los interlocutores sociales la tarea de encontrar un nuevo equilibrio en el sistema y de volver a discutir "sin tótem" ni "tabú" la muy discutida edad de jubilación de los 64 años.
Los sindicatos, que cuestionan el aumento gradual de la edad de jubilación de 62 a 64 años, no han acogido con agrado las últimas declaraciones.
La CFTC pidió el lunes "aclaraciones a Matignon" y la CFDT tiene previsto preguntar al primer ministro "si confirma sus declaraciones" durante una reunión ya prevista entre el sindicato y Bayrou el martes.
"La declaración del primer ministro es incomprensible. Todo estaba supuestamente sobre la mesa. Simplemente cambió las reglas", denunció la CFDT en un mensaje enviado a la AFP.
En las últimas semanas, a esta necesidad presupuestaria se ha sumado una nueva situación internacional y un esfuerzo militar que Francia pretende financiar sin aumentar la deuda del país.
El Ejecutivo descarta aumentar los impuestos, como reclama la izquierda para los más ricos. La derecha quiere recortar el gasto público, el ex primer ministro Edouard Philippe considera la conferencia sobre pensiones "completamente obsoleta"...
- La CGT se pregunta -
Por el momento, la CFDT, la CFTC y la CFE-CGC siguen en la mesa de negociaciones, considerando que "los temas tratados como la igualdad salarial, los derechos familiares, las largas carreras, el trabajo duro, etc. son importantes", según Cyril Chabanier (CFTC).
La CGT pregunta a sus autoridades, reunidas el lunes y el martes, qué actitud adoptar.
Una nueva reunión intersindical esta semana debería permitir "reflexionar sobre la respuesta a las recientes declaraciones del Presidente de la República" sobre el esfuerzo necesario en el contexto de la guerra en Ucrania, "pero no sobre la conveniencia o no de continuar las negociaciones sobre las pensiones", según François Hommeril (CFE-CGC).
En el plano político, sin utilizar la palabra censura, los socialistas denunciaron una "traición" del primer ministro.
El gobierno debe permitir que los interlocutores sociales trabajen y luego que el Parlamento legisle. A la brutalidad social de la reforma, a la brutalidad democrática de su adopción, ¿pretende François Bayrou añadir la brutalidad de traicionar su palabra dada... y escrita?, criticó Boris Vallaud, líder de los diputados socialistas.
"Acepté un acuerdo (sobre la no censura), pero no es justo que uno de los socios dé la impresión de evadirlo", advirtió el diputado del Partido Socialista Jérôme Guedj en RMC.
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