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Por lo que toca al proceso electoral venidero, Morena todavía no fija las reglas de participación. Con ello, tiene la posibilidad histórica de respetar la voluntad que tome el pueblo de México y, a su vez, validar la determinación del poder constituyente que, hace poco, avaló hacer más duradero el periodo para que el tema de la consanguinidad no sea una limitante para el 2027. Desde luego, la salida más fácil para la dirigencia sería, a través del Consejo Nacional, modificar los estatutos y, por ende, poner un candado para quienes tengan aspiraciones legítimas, especialmente en San Luis Potosí, Zacatecas y Guerrero. Siendo así, lo más correcto y plural, en todo caso, es avalar la voluntad de las mayorías para decidir quienes son sus representantes para las gubernaturas.
Por eso Morena, como en otros procesos, debe sujetarse a esa decisión del grueso de la población. De no ser así, podemos decir que el CEN, siendo todavía prematuro, menosprecia ese sentir del pueblo que se ha ido expresando en las propias encuestas de opinión pública. A pesar del tiempo que resta, en efecto, esos mismos mecanismos, que fueron muy precisos en la elección presidencial y las gubernaturas, han ido esbozando un panorama que nos ha hecho visibilizar a fin de ir encaminándonos al hipotético escenario que viviremos en un par de años más. Con esa libertad que tienen las metodologías de publicar la investigación cuantitativa, no significa que los protagonistas puedan promocionarse como tal. La propia presidenta, ante lo ocurrido en Chihuahua, pidió mesura y acatar las reglas de participación que, a la postre, establecerán los lineamientos para poder participar.
La propia Luisa María Alcalde, mujer cercana a Claudia Sheinbaum, dijo que convocará al consejo nacional para definir el proceso de participación a los espacios que se jugarán. Debido a que el rubro del nepotismo gira en esa agenda de la dirigencia nacional, el CEN, por la importancia, tiene que sujetarse a esa voz del pueblo que se ha ido manifestando en las encuestas de opinión pública. En todo caso, esa misma encuesta, que está plasmada en los estatutos del partido, es y seguirá siendo el instrumento más efectivo para hacer valer la democracia participativa. Eso, desde luego, lo debe transparentar el consejo que, sobre todo, debe respetar la decisión del poder constituyente de alargar el tema de nepotismo, que además hemos definido qué es y qué no es, para dejar bien en claro que en Morena manda el pueblo de México.
El tema de Félix Salgado Macedonio, lo hemos venido repitiendo con fundamentos sólidos, no puede ser catalogado como nepotismo. Él, desde distintas trincheras de la lucha democrática del país, comenzó su carrera a temprana edad. Eso es más que suficiente para saber que él, por trayectoria y el mérito que ha tenido de ser partícipe de este proceso de transformación, es un liderazgo consagrado en la política nacional. Por eso él, pese a su relación de consanguinidad con la gobernadora de Guerrero, tiene todo el derecho de medirse en la encuesta que aplique Morena cuando los tiempos se oficialicen. Es muy claro que eso, en concreto, es el resultado de la inclinación que tiene el pueblo de Guerrero por él. Hay, en efecto, una base que fundamenta esa concepción que ha ido deslizando el senador sobre sus intenciones de competir por la gubernatura de su tierra natal.
Es por ello que la dirigencia tiene que abogar, por lo que las mayorías han ido aludiendo en todas las encuestas. Félix Salgado Macedonio, como el pasado proceso en vísperas de la elección del 2021, domina todas los sondeos que se han divulgado. Eso, para efectos democráticos, es, lo dijimos, la manifestación del pueblo que expresa su opinión. Por eso el rubro de nepotismo, al menos en el caso de Félix y Saúl Monreal, no debe ser tema de debate ni análisis en el próximo Consejo Nacional, pues ambos, en diferentes trincheras, han manufacturado una carrera de muchos años y, de paso, han respondido al llamado para cerrar filas con el proyecto que encabeza Claudia Sheinbaum, especialmente desde el legislativo federal.
Y por eso y por muchas cosas, lo de Félix Salgado Macedonio no debe ser juzgado como nepotismo al interior de Morena. Él, si así lo decide el pueblo de Guerrero, será el candidato de la coalición Seguimos Haciendo Historia. Eso, además de respetar la democracia participativa, conduciría a fortalecer la unidad en aras de refrendar el triunfo abrumador que, desde ahora, se anticipa en aquella entidad federativa. Recordemos que, como tal, uno de los grandes reclamos de la sociedad fue establecer una toma de decisiones que no excluyera a nadie. Si fuese así, se quebrantará ese legado que cimentó Andrés Manuel López Obrador, máximo exponente de esta lucha social. Entonces Morena, bajo la premisa qué el pueblo pone y el pueblo quita, debe actuar en apego irrestricto a ello. Habiendo esa certidumbre, y con todas las encuestas que proyectan a Félix Salgado como el favorito, él, por justicia social y juicio de la gente, tiene que ser el sucesor de Evelyn. Es muy claro que Félix, aunque no lo ha pronunciado así, va en busca de uno de sus más grandes sueños. No hay que ser tan suspicaces para saber eso, pues su activismo transmite esa idea inexorable.