Columnas
Tanto en el sexenio del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, como con la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, se han lanzado importantes estrategias para que nuestro país alcance la tan esperada seguridad alimentaria.
Sin embargo, también en ambas administraciones, una sombra ideológica se ha tendido sobre ciertas políticas públicas que ha impedido un desarrollo pleno de nuestro sector primario.
Es importante, en principio, definir que es la seguridad alimentaria.
Se trata de un concepto que se define como la garantía que poseen todos los seres humanos para poder acceder a alimentos inocuos, suficientes y nutritivos. A través de ella, se busca que nadie pase hambre y que todas y todos puedan disfrutar de una dieta saludable. Nadie, por supuesto, quiere lo contrario.
Pero este concepto también considera distintas condiciones bajo las que el acceso al alimento debería ser cubierto; pues ya sea desde el ámbito económico, social, el temporal o hasta el físico, buscaría que la variedad de alimentos sea suficiente y resulte asequible al público en general en todo momento.
Ello, tomando en cuenta, también, las preferencias culturales y necesidades particulares de cada pueblo o individuo y en nuestro caso, todo eso pasa por el maíz.
Y es aquí donde encontramos el primer tropiezo, ya que si bien se quiere evitar la siembra de maíz transgénico y fomentar las variedades nativas, a la fecha no se han dado incentivos, ni comerciales, ni productivos, ni de precio, para que sea rentable sembrar maíz nativo. Y ante lo que pasa en Estados Unidos, no tenemos nada que hacer.
Hace algunos días surgió otra idea, que es la de impulsar la producción y consumo de cacao en el país, iniciativa que sólo beneficiará a las y los agricultores de Tabasco, Chiapas y Guerrero, ya que solo estos estados cuentan con las condiciones geográficas necesarias para un cultivo rentable.
Para la presidenta Claudia Sheinbaum, la idea es que Alimentación para el Bienestar -lo que antes fue Segalmex y que nunca funcionó- trabaje con los productores para darle un valor agregado al caco, transformarlo en chocolate y venderlo en las Tiendas del Bienestar (Antes Diconsa), bajo la marca: “Chocolate del Bienestar”.
Nadie duda de que, detrás de esta iniciativa hay buenas intenciones, pero, ¿que tanta infraestructura tienen las nuevas tiendas para vender el chocolate en cantidades que realmente valgan la pena y sean rentables? ¿No sería mejor comercializar el Chocolate Bienestar en las grandes cadenas comerciales?
El impuso de los bienes o productos hechos en México es muy importante, sin lugar a dudas, aunque seguramente muy pocos consumirán el Chocolate Bienestar en una Tienda del Bienestar, lo que, finalmente, no ayudará en mucho al productor.
Será mejor impulsar verdaderas estrategias, programas y objetivos reales, con un mayor presupuesto y fortalecimiento institucional, aunado a la infraestructura, créditos accesibles y mercados para los productos del campo mexicano, para, en verdad, lograr nuestra seguridad alimentaria.
Vamos a probar ese chocolate
LUIS P. CUANALO ARAUJO
Especialistas-Empresario del sector agropecuario
Presidente del Colegio de Ingenieros Agroindustriales de México, A.C
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Instagram: @luiscuanalo