Columnas
En el corazón de Michoacán, el Lago de Cuitzeo, otrora espejo de agua y vida, agoniza ante la mirada indiferente de un país que parece haber normalizado la destrucción de su patrimonio natural. El desecamiento de Cuitzeo es la consecuencia directa de décadas de pésima y criminal gestión del agua, de omisiones sistemáticas y de la ausencia de una política ambiental integral en México. En pocas décadas, el segundo lago más grande del país ha sido convertido en un páramo polvoriento, símbolo del ecocidio silencioso que avanza sin freno.
La corrupción, la falta de vigilancia ambiental, y la ausencia de inversiones estratégicas para su preservación sellaron su destino. Hoy, donde antes habitaban aves migratorias, peces y comunidades ribereñas que dependían del lago, sólo queda polvo tóxico, afectaciones a la salud y pérdida casi total de biodiversidadoriginaria local.
Lo que ocurre en Cuitzeo no es la excepción, sino la regla de un país que ha administrado sus recursos hídricos con visión cortoplacista, extractivista y mercantilista. México enfrenta una crisis hídrica estructural, agravada por la omisión de gobiernos neoliberales, y profundizada por las omisiones sistemáticasen la administración encabezada por López Obrador.
El abandono de los cuerpos de agua ha sido sistemático: ríos contaminados, acuíferos sobreexplotados y lagos muriendo lentamente. La tragedia de Cuitzeo es así, espejo de lo que ocurre en Chapala, Xochimilco, las Lagunas de Montebello en Chiapas o las cuencas del norte del país. Sin una política de Estado para la gestión del agua y sin la voluntad política para enfrentar intereses económicos y prácticas ilegales, México se encamina hacia una crisis ecológica sin precedentes.
El desecamiento de Cuitzeo arrastra consigo a otros ecosistemas: los lagos de Pátzcuaro y Zirahuén, y la laguna de Yuriria, también muestran signos alarmantes de deterioro, pues estos hábitats son esenciales para cientos de especies, algunas endémicas y otras migratorias.
La tragedia de Cuitzeo plantea un reto monumental para la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum, de quien se espera que ejerza todo su liderazgo y fuerza política para revertir el abandono ambiental en el que se encuentra el país.En ello, el papel que desempeñe la Mtra. Alicia Bárcena, Secretaria del Medio ambiente, será crucial.
En ese sentido, será indispensable garantizar inversiones históricas, establecer políticas públicas firmes y transversales que prioricen la sostenibilidad, y enfrentar los intereses económicos y políticos que han lucrado con el agua y el territorio. Esto implica además decisiones de seguridad pública, ya que muchas de las prácticas que han llevado al ecocidio -la extracción ilegal de agua o el desvío de cauces- están vinculadas a redes de corrupción y a grupos del crimen organizado.
La recuperación de Cuitzeo y de las zonas lacustres de Michoacán y Guanajuato no puede esperar más. Se trata de salvar lagos, pero sobre todo de garantizar el derecho al medio ambiente sano, de proteger la biodiversidad, de asegurar agua para las futuras generaciones y de evitar que México se convierta en un desierto ambiental, y en un extenso desierto ético.
Investigador del PUED-UNAM