Columnas
En la Ciudad de México, pocas políticas públicas han tenido el impacto y la eficacia de las Fotocívicas, una estrategia que no solo sanciona, sino que educa y transforma la cultura vial. Impulsado con decisión por Clara Brugada y ejecutado con precisión por Pablo Vázquez, este programa se consolida como un modelo de responsabilidad ciudadana y orden urbano, justo cuando la capital necesita que quienes se fueron —placas incluidas— regresen y se sumen a las reglas de todos.
Al frente de esta estrategia está Beatriz Valdez, directora general de Aplicación de la Normatividad de Tránsito, una funcionaria con carrera en seguridad pública y una visión clara: tecnología, inteligencia artificial y justicia como brújula de un nuevo orden en las calles.
Gracias a su liderazgo, los radares viales han comenzado a recuperar su autoridad. Las cifras no mienten: más de 30 mil accidentes viales en 2024 obligan a actuar con urgencia. Y el mensaje es claro: quien pisa el acelerador más de la cuenta, se encuentra con la ley.
Pero hay quienes creen haberle encontrado la vuelta al sistema: los que emplacaron sus autos en Morelos, el Estado de México o alguna otra entidad vecina, solo para ahorrarse el pago de la tenencia o escapar del programa Fotocívicas. Grave error. Porque, aunque crean que las multas no les llegan, sí están siendo notificadas por estrados electrónicos, y tienen la misma validez legal que si las recibieran en papel. Creen estar impunes, pero la justicia los está esperando a la vuelta de la esquina.
Hay autos con más de cien infracciones acumuladas. ¡Sí, cien! Estos vehículos circulan a diario por la capital, con conductores que se sienten invisibles. Pero los operativos para el retiro de portaplacas, los radares móviles y los candados en los parquímetros no perdonan: cuando menos lo esperan, su vehículo es detenido, remitido al corralón, y solo saldrá de ahí cuando el total de las multas haya sido cubierto. En algunos casos, el monto supera el valor mismo del coche.
Y aquí es cuando les llega el arrepentimiento y donde la ventaja de portar placas de la CDMX brilla con luz propia. A diferencia de los foráneos, los capitalinos están sujetos al sistema Fotocívicas, donde las sanciones son primero educativas. Es decir, hay margen para corregir la conducta antes de ser sancionado. Una oportunidad de oro que los foráneos no tienen.
El 80% de los autos sancionados en la CDMX lleva placas de otras entidades, es el rostro más evidente de la llamada migración vehicular, una práctica que a estas alturas ya no puede verse como un acto aislado, sino como una evasión sistemática y masiva de la responsabilidad ciudadana.
Además, quienes tienen placas de la CDMX gozan de trámites más ágiles y trato diferenciado, por ejemplo, si se excede el tiempo de un parquímetro, reciben una multa con código QR; el candado inmovilizador es para las placas foráneas. Y si el auto fue remitido, el proceso de recuperación es más sencillo: para los cumplidos, previa validación en el sistema, basta con presentar una identificación y pagar la multa, para poder ir a casa.
Así, la Ciudad de México no solo está recuperando el control de sus calles, sino la idea de que vivir en comunidad implica reglas, y cumplirlas no es opcional. No es sencillo educar mientras se sanciona, pero ahí está el mérito. Porque en esta ciudad, más vale tener tus placas en regla, registradas en la CDMX, que seguir jugando a la impunidad desde otro código postal.
ENTRE GITANOS.
Los llamados facilitadores o “Servidores de la Ciudad” realizan labores muy similares a las de los Servidores de la Nación, que dependen de la Secretaría del Bienestar, encabezada por Ariadna Montiel, y perciben menos que el salario mínimo; Clara Brugada no debe permiti que haya servidores de primera y de segunda, que, por cierto, han sido asignados como cuotas de los políticos de siempre, excluyendo a los liderazgos locales. Marcelo Ebrard sigue brillando en la defensa de nuestro país. Raúl Basulto ya libró el bache, literalmente: por toda la ciudad se observan trabajos de bacheo que no solo tapan los hoyos, sino que recortan una gran sección alrededor para lograr una mejor reparación.
*Especialista en Ciencia Política y Gobierno.
avilezraul@hotmail.com