Maximino Ávila Camacho, sí, el hermano del presidente, fue el corrupto; violento y cínico personaje que, siendo gobernador de Puebla, se hizo famoso desde la Guerra Cristera por su crueldad y desparpajo, famoso cuando se refería a su serio hermano, el presidente Manuel, famoso por su moderación y prudencia, a tal grado que cuando durante su sexenio se viera obligado a instalarlo como secretario de comunicaciones. Es bien sabido que el gobernante procuró por todos los medios nulificar la presencia de un carismático personaje que prontamente podría comprometerlo con sus acciones y declaraciones, haciendo alarde de la mayoría de edad frente a un hermano del que abiertamente se burlaba.
“La prudencia es la virtud del gobernante”, máxima del Cónsul de la República Romana Cicerón, en cuyas disquisiciones filosóficas, llama a la templanza que evite, como buen estoico, un mal mayor que no solamente comprometa al gobernante, sino a la república completa, pues un titular del gobierno, no es un privado más, sino un personaje público donde las omisiones en la aplicación de justicia no solamente agreden su posición, sino el de la institucionalidad completa: saber expresarse en público, evitar la crueldad y la calumnia, respetar las jurisdicciones y la dignidad de los titulares, tanto como castigar a los familiares incómodos no son una obligación más de un simple privado, sino el deber de un hombre de estado cuyo sentido supremo es la república y sus instituciones, que se pueden comprometer con la permisibilidad.
La prudencia del presidente Manuel, no solamente quedará demostrada en la brillantez con la que dirigiría al frágil estado mexicano durante la Segunda Guerra Mundial, y en vez de polarizar las cosas en un momento de tremenda complejidad mundial, jamás se mostró reacio a tomar la postura que ante la comunidad internacional debía de enfrentar su gobierno al lado de los aliados en contra del Eje, sin mostrar ambigüedad, al grado de lograr grandes acuerdos e incluso, mandar tropas mexicanas al frente del Pacífico que entrarían en acción en el viejo patrimonio novohispano de las Filipinas.
La prudencia también operó con su familia, nulificando a su propio hermano que operaba para convertirse en su sucesor, en lugar del presidente Miguel Alemán, e incluso, la muerte en 1945 de tan comprometedor hermano, se daría de maneras tan oscuras que inmediatamente se despertaron todo tipo de suspicacias. Cuales hayan sido (…), queda el precedente de la protección de las instituciones cuando de alguna forma se pueden ver comprometidas con sujetos que se sienten detentadores del privilegio. El ejemplo de Ávila Camacho es referencial y entra en contradicción frente a aquellos en donde el hermano solamente cumple órdenes: es así que la confusión sobre el deber público se manifiesta como corrupción.