Columnas
Ser jurado calificador es una tarea sumamente compleja y más cuando se evalúana artistas con altos estándares de calidad. Esta reflexión gira alrededor del ecosistema de creadores dedicados a la caricatura política y la historieta. Es importante contextualizar, en el 2002 el Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta (EICH) se creó como el escenario para galardonar a lo mejor de lo mejor de los artistas gráficos; todo ello dentro del marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) de la Universidad de Guadalajara.
Reconocer la sublime frontera donde el trazo se convierte en magia es, en muchos sentidos, una forma de comunicación casi religiosa. Dibujar no es solo ilustrar, es condensar una idea, una crítica o una verdad en un lenguaje visual que logre ser contundente, directo y sobre todo, comprensible para todos. A veces, darle luz a una postura o denuncia sin ambigüedad es muy complejo y, como dice Luis Eduardo Aute: “me va la vida en ello”, ya que la caricatura política logra que el humor se vuelva juicio, y la metáfora gráfica impacte sin traicionar el sentido. El verdadero reto es que el espectador no solo comprenda el mensaje, sino que logre verse reflejado en él, en su propio contexto, en la realidad política y social que vive y sobrelleva.
Hacer que esa conexión ocurra, exige, “explicar los complementos de lugar”, situar en su propia circunstancia desde un dibujo la más grande y profunda crítica al sistema. Quizá desde un equilibrio entre la esperanza de un mejor mañana y la acidez del escepticismo es donde habita la potencia de la caricatura: una tensión constante entre lo que aspiramos como comunidad y lo que indigna como ciudadanos. Más allá de la estética o del virtuosismo de la técnica de dibujo, lo verdaderamente indispensable es romper la barrera de lo meramente racional y evaluar con honestidad el impacto, la calidad y relevancia del mensaje.
Desde su instauración en el 2002 los galardonados que logran lo que señalábamos en párrafos anteriores, son: Sergio Aragonés (2002); Joaquín Salvador Lavado, “Quino” (2003); Eduardo del Río, “RIUS” (2004); Gabriel Vargas (2005); Roberto Fontanarrosa (2006); Helio Flores (2007); Rogelio Naranjo (2008); José Palomo (2009); Rafael Barajas, “El Fisgón”(2010); Bulmaro Castellanos Loza “Magú” (2011); Hernán Vidal “Hervi”(2012); Maitena (2013); Sixto Valencia Burgos (2014); Francisco Calderón Lelo de Larrea “Paco Calderón” (2015); Ángel Booligan (2016); Antonio Helguera Martínez (2017); No se otorgó en (2018); Hernán Vidal “Hervi” (2019); No se otorgó por COVID (2020); Adriana Mosquera Soto “Nani” (2021); José Trinidad Camacho “Trino” (2022); Juan Matías Loiseau“Tute” (2023); Darío Castillejos (2024).
Para esta entrega entonces, es obligado subrayar que: en el fondo, el caricaturista – como el ciudadano – tiene una corresponsabilidad democrática que es la de participar activamente en la construcción de una masa crítica, la de incomodar cuando es necesario y de recordar que las democracias no se heredan, se ejercen y sobre todo, se pelean día con día. Esta responsabilidad, por tanto, no pertenece únicamente a una generación ni a un sector social, sino que es transversal, colectivo y profundamente ética. Esperemos la edición en la FIL 2025 para conocer quién será el próximo galardonado con “La Catrina”. Corran sus apuestas.
Dr. Magdiel Gómez Muñiz Colaborador de Integridad Ciudadana, Profesor Investigador de la Universidad de Guadalajara @magdielgmg @Integridad_AC